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La tierra de todos, la tierra de nadie

Hace muchos años en un pequeño pueblo llamado “tierra del fuego” se celebraba el festival  de la luz, un ritual que por muchos siglos se había mantenido generación tras generación. En este ritual las personas que habían nacido allí, debían presentar una ofrenda que le permitiera a la tierra nutrirse y dar mejores frutos cada año. Dalar, ofreció el agua de ese día y que acostumbraba a beber cada mañana, Malak ofreció sus semillas más preciadas, las que había cuidado durante 10 años desde el último festival, Gar ofreció polvo mágico para que se multiplicaran los cereales y Agnes… Agnes no quiso entregar nada. Era una muchachita muy particular, nunca seguía las reglas y significaba un dolor de cabeza para todas las personas que vivían en tierra de fuego.

Esta región mantenía muchas costumbres arraigadas, eran incuestionables y nunca, pero nunca podían modificarse, porque entonces causaría desgracias para todos aquellos que se atrevieran a hacerlo. Su abuelo Buh,  le había educado una vez que sus padres fueron atacados por ladrones pagados. Con él aprendió mucho más de lo que cualquier niño a su edad pudo haber imaginado, mucho más incluso que los adultos que constantemente le rodeaban,  por ello había mantenido un pensamiento  poco común. Su abuelo había sido uno de primeros habitantes de esa tierra y todos los hombres y mujeres mantenían un respeto profundo ante sus actos, convicciones y palabras, todos ellos iban en busca de consejo a su tienda cuando se veían atrapados en situaciones amenazantes.

 Para aquel festival  Agnes tenía tan solo 10 años y había decidido no entregar nada debido a un consejo de su sabio y viejo abuelo. Ella le preguntaba

- Es que, ¿porque razón debo entregar un objeto tan preciado? ¡¿Y a la tierra?! –

Aquel objeto  era un lápiz hecho de hojas secas, fue un regalo que su padre le dio días antes de morir y que siempre conservó porque sabía que con él habría de escribir sus mejores historias algún día. Su abuelo le dijo:

-Hija, aquellos actos que signifiquen un cambio, siempre serán vistos como amenazantes para todas las personas. Muchas veces tan solo el miedo es la motivación más fuerte que necesitamos para conocer un poco más sobre nuestro propio yo-

Agnes no lo hizo porque quisiera sentir el miedo, sino porque quería conocer esa parte de sí misma que le hacía diferente, quería encontrar el porqué de su esencia, quería reconocerse ante otros como única, pero también como parte de un todo.   Sabia la medida del riesgo, preveía sus consecuencias. A pesar de eso, no quiso desistir.

Este acto representó para su comunidad la confirmación de su rebeldía, un acto de osadía desmedida  que debía ser castigado, le veían como una amenaza para el futuro de la aldea, le veían como el acto más burdo realizado en años y por tanto como una mala influencia para cualquier cosa que en la aldea quisiera realizarse. Todos comenzaron a llenarle de insultos, de juicios exageradamente pretenciosos a cerca de su pensamiento, de palabras denigrantes,  gestos y signos con las manos y la cara que le trataban como un ser con poca dignidad. Todo ello llevó a cuestionarles sobre su propia existencia, sobre su identidad… ¿Quién era en realidad? ¿Qué buscaba para su vida? ¿Que pretendía ella de sí misma? ¿Que pretendía la sociedad que ella hiciera?. Fue llevada a la cárcel y cuando tuvo 16 años obtuvo su libertad. Nunca tuvo un juicio público ni justo, pero su abuelo permaneció todos los días, cada año a su lado, cuestionándole cosas que le volvían, según ella “casi loca”. Tal vez era esa la misión del viejo Buh, quien fue su único maestro; debía cuestionarle, orientarle, no hacerle perder la fé en aquel cambio que ella buscaba, y quizás también él… su misión fue hacerle entender que a pesar de todo, cuando se es auténtico, se obra de la forma correcta aunque toda una sociedad pueda juzgarle de forma contraria.

Poco tiempo después de que Agnes fuera libre, su abuelo debió morir para que ella emprendiera un viaje, muy lejos de tierra de fuego.  Partió de madrugada, sin que nadie se percatara hacia “tierra de Aire”. Allí todos eran eruditos  y recordaba que su abuelo todo el tiempo le mencionaba historias de ese lugar, pero nunca cuestionó porque lo hacía. Tal vez al tener una mente tan dispersa, ser una niña o una adolescente, no le fue posible percatarse de aquellos detalles, aparentemente tan insignificantes. Cuando llegó, todo parecía muy extraño: hacía mucho frio pero a pesar de ello la mitad de las personas usaban poca ropa, el café no se tomaba en utensilios de barro sino que era bebido con las manos de una fuente como si fuera agua, las personas mantenían sus cabellos libres, incluso sin ser peinados, algo muy diferente a lo que ocurría en tierra de fuego, donde el cabello se usaba recogido para favorecer los trabajos en la tierra. Todas las personas parecían cargar algo como un libro, eran diferentes, de diversos tamaños y colores… era diferente porque en su aldea no se llevaban libros sino herramientas para arar la tierra o preparar comida en la cocina. A pesar de su aspecto triste, otorgado por su ropa de color café, el mismo café de la tierra de dónde provenía,  no parecía llamar la atención en un lugar donde todos parecían ser diferentes.  Fue entonces cuando la señora Kelv con una inmensa sonrisa decidió acompañarla invitándola a su casa. Agnes en medio de titubeos, aceptó. Se quedó en aquel lugar por mucho tiempo, tiempo en el que nunca dejó de recordar de dónde provenía y las palabras que su abuelo cada día le enseñaba.  

Descubrió que allí también existía una organización, existían reglas y normas, pero no eran difíciles de cumplir para su “alma rebelde”. Descubrió que no todas las personas eran buenas o malas, simplemente eran ellas y las circunstancias condicionaban sus comportamientos. Comprendió los significados de su idioma, de sus gestos, de su interacción. Comprendió que eran vitales para vivir bien con todos. Aprendió de las artes, de la música, de la literatura. Aprendió a manejar la madera, la escritura, la orfebrería  e incluso la herrería, era la mejor en su trabajo en esta última tarea y era incluso alagada y consultada por sus compañeros de oficio. Y cuando creyó que todo había concluido, no tuvo más pretexto que regresar al pasado mediante la búsqueda de su origen. Fue entonces a través de sus conversaciones con la señora Kelv, que esta le dijo el verdadero origen de su abuelo:

-Nació  en “Tierra de agua”, le llaman también “tierra de todos,  tierra de nadie”. Quizás sea un lugar al que nunca llegues porque son pocos los que se atreven a entrar o a salir de allí… tu abuelo fue  uno de aquellos valientes porque a pesar de que vivió una vida sin restricciones logró ser tan sabio en la tierra a donde fue a parar. Las personas en tierra de agua lo tienen todo pero a la vez no tienen nada, acostumbran a crecer sin una familia, buscan solos y cada uno su sustento y por eso resultan ser tan pocos los que sobreviven y logran transformar su realidad. Tu abuelo salió de allí y vino a parar a tierra de aire. Fue feliz por mucho tiempo, pero constantemente se sentía vacío porque su libertad siempre había sido muy grande. Sentía que lo tenía todo, pero a pesar de eso quería hacer más y sentirse útil. Tú lo sabes, somos humanos y un alma insaciable es lo que nos caracteriza.  Tuvo muchos conocimientos en su experiencia de vida, por ello fue que un día partió de esta misma casa donde ahora estas tú, Agnes, y dijo que quería enseñar a otros todo lo que sabía porque su tiempo de vida no sería tan ilimitado como su libertad. Yo no tenía las mismas habilidades que tu abuelo, por eso supe que partiría con tu padre y cumpliría su misión en tierra de fuego, un lugar que a mi parecer era hostil y de difícil acceso. Comprendía también que algún día alguien como tú llegaría a mi casa, ese fue mi único aliciente, porque solo los descendientes de Buh, podrían ser tan ambiciosos de experiencia si venían de tierra de fuego.-

-  ¿porque sabes eso Señora Kelv?- dijo Agnes.

-¿No lo supones Agnes?-

- Si, pero… estoy sorprendida. Era mi abuelo quien me decía tantas cosas de esta tierra mientras estuve en prisión que jamás imaginé porque me atraían tanto-

-Así es Agnes, soy tu abuela.-

Agnes entonces comprendió que todos los seres humanos somos parte de cada lugar a donde vamos, crecemos en él y con el tiempo tal vez hasta pertenecemos a él. Pero no lo hacemos solos, sino que existen otros que configuran lo que somos, como también un yo, que también influye en aquellos otros. Vivió en este lugar por mucho tiempo con su abuela y emprendió una aventura hacia tierra de Agua. Su espíritu insaciable fue lo que mejor la definió ante las futuras generaciones.

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